¿Acaso un segundo o fueron años?
No sabría determinar donde estaba su mirada. En un mundo alejado del que pisábamos o en una realidad tan sumamente pesada que ni siquiera aquel que se autoproclama cuerdo supremo podría ser tan consciente.
Unos ojos fríos y cristalinos como carámbanos de hielo.
Apenas se podía notar un ápice de vida en esa estatua curtida por los años y el castigo de la vida.
Una barba encanecida y espesa que había sido afeitada pocos días atrás. Ceñudo, nervudo como el sarmiento de una parra. Bajo de estatura y delgado Clásica silueta manchega de labriego en el horizonte, de duro campesino, de rostro enjuto y calloso como el astil de su propio azadón.
Tosco y noble. Así le consideré siempre.
Desde crío respetaba al señor Ramón, más por lo que silenciaba que por lo que hablaba.
Siempre miraba al cielo intentando predecir el tiempo del día siguiente. Siempre acertaba.
Vida de campesino, dura, espartana, llena de una sabiduría que no se aprendía en aulas. Partía muchos días cuando aún el sol ni se atisbaba por el este. Regresaba en ocasiones cuando la luz mortecina regaba los secos campos de trigo y cebada.
Hoy mira de nuevo al cielo como intentando leer en la nubes un mensaje que le indique su futuro inmediato. A pesar de tener una expresión fría, solo la duda parece empañar sus ojos.
Las personas cambiamos y yo marché del pueblo.
Primero me llamó el ejército por obligación, después la policía por vocación. Regresé al pueblo y comencé a trabajar por y para él.
El pueblo también cambió. Creció.
La gente suele achacar los males que azotan a los pueblos pequeños, las influencias de las grandes capitales. Las drogas, la violencia, los robos….
La maldad es algo intangible. Insondable. Nos referimos a la maldad como el fruto externo a nosotros que obviamente no practicamos, a pesar de que cumplimos, con nuestros actos, todas las descripciones y acepciones de la propia palabra.
Ninguno somos malos. Nuestras maldades nacen de un agente externo tan intangible como la propia maldad.
No deja de ser realmente curioso.
¿Entonces de donde nace la maldad?
¿Sino somos malos por qué hacemos maldades?
Si Don Ramón era un buen hombre, tosco pero noble. ¿Por qué debo arrestarle? ¿Qué pasó por esa cabeza suya cuando acabó con la vida de la mujer que pasó más de 60 años a su lado?
Observo esas manos desolladas por las inclemencias, el tiempo y el duro trabajo de campo.
Mira frío al cielo mientras ajusto los grilletes en sus muñecas. Intenta leer cual será su futuro próximo.
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEggoHxbPSzKOJ7RFlmoN1Qa5sr5I8zcgh1q1skXqLlxdhC6GVQqW8WeHMIp2zsJDG-JA9i9AMfsrAMoIa461HUJ822eZvOK4voV2CzUyyvpQybVC0BYwSe5qpqi5MZ_nxMsMTPydrdwGuHx/s400/manos-bn-nuevo.jpg
Ya lo sabes pero por si acaso... que bueno es este texto. La capacidad de transmitir emociones no se aprende, se tiene o no se tiene, y tú eres de los afortunados...
ResponderEliminarBesos