Cada momento tiene su banda sonora. Cada persona la usa a diario en la situación que considera más oportuna.
Anoche fue tierno, delicado. Fue Tom Jones cantando “aint no sunshine when shes gone”.Si ella no estuviera a mi lado, no habría un amanecer.
Me despierto minutos antes de que suene el despertador. El sudor de una noche de agosto, empapa la almohada. La observo tumbada junto a mí. Profundamente dormida, ignorante de lo que me ofertaron.
Recuerdo sus senos suaves, pequeños y deliciosos recorridos por mi lengua esta misma noche. Sus jadeos ardiendo en mi piel. Sus abrazos desprendiendo un calor tal, que parecía que nuestras pieles se fundieran en un solo cuerpo.
Es bonito, demasiado bonito sentirse amado. Casi tanto como sentir que amas. Pero por mucho que nos queramos engañar, la verdad es verdad. “El primer beso es mágico, el segundo íntimo y el tercero rutina” como dijo Xhelazz.
Abro el grifo de la ducha y el agua helada corta mi respiración, aunque no deja de ser un tremendo alivio para mi piel.
Recuerdo la tarde anterior. Tania. Su oferta. ¿Por qué aceptaría? La pregunta es estúpida cuando conoces la respuesta. La rutina es un veneno para la motivación.
Pregúntate a ti mismo quien es que lleva las riendas en el sexo y después cuestiona si realmente es lo que deseas.
Engreída niña pija. Pareció leer mi mente.
¿Por qué la gente se empeña en dejarse guiar por tópicos?
Desnudo seco mi cuerpo mientras mi observo en el espejo.
Los músculos, tensos por la ducha, se ven aún más grandes. Es cierto, no dejo de aparentar lo que ella decía. Luzco un aspecto muy agresivo, casi amenazador. Pero no lo soy.
Entretanto no dejo de recordar esa estúpida sonrisa de niña bien.Antes de salir camino al trabajo, la beso. Medio dormida me sonríe. Me dice que me quiere. Correspondo. Parece tan dócil, siempre tan sumisa a mí.Mi banda sonora ahora es Madball “Heavenhell”.En ocasiones mientras camino hacia la estación de cercanías me gustaría viajar, sin saber donde, sin pensar cuanto tiempo, sin importar dirección y mucho menos en un regreso. Pero soy un recluso en una cárcel anímica. Lo sé, porque me conozco a mi mismo. Sé cuales son mis barrotes.El regreso por la tarde es duro. No obstante tengo que volver. Los vagones están prácticamente vacíos. A estas alturas quien no está en paro está disfrutando de las vacaciones. Pero una cara familiar está semiescondida. Sabía que la encontraría, y cómo no, me mira con su tonta sonrisa desde un asiento. Con un gesto de su dedo índice me indica que me siente frente a ella. No sugiere, ordena. Satisfecha al ver que cedo ante su orden arquea aún más sus gruesos labios en una sonrisa casi histriónica.
- Así me gusta esclavo.- Un carcajada tonta se escapa entre sus blancos dientes. Parece divertirse mucho con todo esto.
La desafío con la mirada.
Abofetea violentamente mi cara sin previo aviso.
- No me mires así.- Me amenaza.- Si quieres que sea buena contigo, tienes que hacer lo que yo diga.
Mi mejilla comienza a arder al instante. Noto como un fino hilo de sangre brota de la comisura de mis labios y un salado sabor se desliza por mi lengua. No me inmuto, más por la sorpresa que por mi desafío. Acerca su boca a mis labios y los lame.Suave, húmeda, cálida. Está perdonando mi ofensa.
- No te preocupes chiquitín.- Ese “chiquitín” suena bufonesco.- Sólo tienes que portarte bien.- Encoge los hombros y luce esa sonrisa a la que me comienzo a acostumbrar.Permanecemos callados durante buena parte del trayecto. Aunque eso no signifique que deje de provocarme.
Posa uno de sus pies, envuelto en un zapato negro de tacón altísimo, en la butaca cercana a donde me siento con dos intenciones. Cerrarme el paso hacia el pasillo. Una ligera forma física de encarcelarme. Y dos, dejar caer su falda hasta medio muslo, dejando su ropa interior al alcance de mi vista.
- Bonitas vistas.- Dice
- ¿Preguntas o afirmas?
- Cállate y míralo.
Noto ese aroma de mujer inundando mis fosas nasales. Desliza sus dedos por encima del encaje de sus negras braguitas. Me quiere provocar, pero no puedo moverme.
- Por última vez. ¿Lo quieres?
Acepto, afirmando con la cabeza.
- Bien. Ya no hay vuelta a atrás. Toma la dirección de mi casa. Esta tarde. – Sonríe. Ha conseguido lo que quería. Se levanta del asiento, recompone su falda y se marcha por otro vagón dejándome con cara de idiota por segunda vez.
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